Nosotros vemos a Zombo, un zombi pequeñito y muy especial, que corretea por el pueblo. ¡Es la noche de Halloween! Su ojo de botón baila, a veces se le sale un poquito, ¡plop!, pero él siempre lo vuelve a poner. Zombo no es aterrador; es más bien torpe y lleno de alegría. Este año, Zombo tiene un deseo enorme: quiere dar el "abrazo de Halloween" más calentito a todos sus amigos. Pero ¡ay, ay, ay, qué desastre! Sus brazos son tan rígidos, como ramitas secas, que solo hacen clonk, clonk y clank, clank cuando intenta moverlos.