Chispita era un bebé dragón muy especial. Cuando abría su boquita, no salía fuego, ¡sino grandes nubes de algodón de azúcar! Un día, persiguiendo su nube favorita, Chispita rodó sin querer hacia una montaña del Reino de Auralia que de repente abrió un pasaje secreto.
—¡Uy! —chilló Chispita, cayendo en un lugar nuevo y sorprendente.