En el asiento trasero de un coche grande y familiar, vivía Reflejo, unas pequeñas gafas de sol. ¡Estaban un poco olvidadas, snif! Un día, Reflejo sintió curiosidad. ¡Zas! Giró sus lentes, ¡clic-clac!, y ¡oh, sorpresa! Vio un suave color amarillo flotando alrededor de Leo, el niño. —¿Qué es esto? —pensaba Reflejo, asombrado. ¡Era la alegría de Leo! Reflejo sonrió, sintiendo que había descubierto algo mágico.