Era la noche de Halloween, y el aire zumbaba con un delicioso, misterioso zzzzzzzz de emoción. Tú, Pepita, una calabaza redonda como una naranja gigante y juguetona como un saltamontes, te despertaste con un cosquilleo en tu corazón de pepitas. ¡Era tu noche favorita! Querías ser la calabaza más sonriente de todas, con una carcajada tan grande que llenara el huerto de alegría. Pero cuando te miraste en el espejo de un rocío matinal, ¡oh, sorpresa! Tu sonrisa, esa que se te escapaba por reír demasiado fuerte, se había escurrido de tu cara. ¡Ay, ay, ay! ¿Y mi sonrisa, dónde estará?