El sol brillaba suavecito en la plaza. Mino, una semillita de diente de león con un paracaídas blanco y una bufanda roja bien chiquitita, exploraba feliz. Sus pequeñas patitas pisaban por el patio, entre las grandes baldosas que para él eran enormes. La fuente hacía "gorgoteo, gorgoteo", y las palomas decían "¡Cucú, cucú!". Mino sentía su corazoncito latir fuerte y contento. ¡Qué valiente es Mino, qué valiente de verdad!