Desde mi nube de plata, la luna, contemplo el bullicio que pinta la noche. En cada ventana, calabazas sonríen con luces titilantes, y el aire huele a hojas crujientes y a dulces secretos. Allí está Minina, una gata negra con ojos como dos esmeraldas curiosas, moviendo su cola con un ¡zas, zas! de emoción. ¡Es la noche de Halloween! Y ella, con su corazón de artista, tiene un gran plan: el "Show de Sombras Divertidas" en la plaza del pueblo. Ella sueña con formas perfectas, con un conejo esbelto y un castillo majestuoso proyectado en la pared.
Minina se posiciona, sus patitas suaves sobre el suelo frío. La luz de una linterna mágica, que brilla con un tono naranja y violeta, está lista. Levanta una pata, y su sombra, ¡zas!, aparece detrás. Intenta hacer la silueta de un conejo con orejas largas, pero ¿qué hace la sombra? ¡Boing, boing! Salta y se estira, transformándose en un murciélago bailarín que agita sus alas imaginarias con ritmo propio. Minina frunce el ceño, sus bigotes temblorosos. —¡Ay, sombra, qué traviesa eres! —murmura, y la sombra parece reír con un ¡jijiji! silencioso, balanceándose como una hoja al viento.