Yo era Momia Mimosín, una momia muy, muy suave, casi como un algodón gigante. Mis vendas, ¡ay!, eran larguísimas y se movían con cada pasito que daba, como cintas de viento en un día de fiesta. Aquella noche especial de Truco o Trato, el aire olía a hojas crujientes y a magia recién horneada. Mi corazón, que era un poco blandito, saltaba de alegría. Mi sueño más grande era ser el "Abrazador Oficial de Dulces". Quería dar los abrazos más grandes y dulces de todo el vecindario. Pero cada vez que pensaba en ello, mis vendas se agitaban y me susurraban: "¡Ay, mis vendas! ¿Seré capaz?".