Yo te cuento un secreto, un secreto de la Noche de los Muertos. En el Cementerio de los Suspiros, donde las hojas bailan solas, vivían tres calaveras muy especiales. Eran Lola, Luli y Pepa. Cada noche, cuando la luna era un gran queso amarillo, ellas ensayaban para ser... ¡bailarinas famosas! ¡Plié! ¡Pirouette! —decían. Pero ¡oh, cielos, mis huesos otra vez! —suspiraba Lola. Porque cada giro, ¡clac!, se les caía un fémur. ¡Clic!, una mandíbula. El pobre gato del panteón, Michín, ya usaba un casco de tuerca. ¿Bailarinas famosas con huesos que se caen? ¡Ay, ay, ay, qué desastre de huesitos!