El vasto océano sentía una energía especial, un suave murmullo que venía de las profundidades. Era Poseidón, el rey de las aguas, quien con su poderosa mano se acercaba a acariciar las olas.
El vasto océano sentía una energía especial, un suave murmullo que venía de las profundidades. Era Poseidón, el rey de las aguas, quien con su poderosa mano se acercaba a acariciar las olas.
Cuando su tridente rozó la superficie, el mar suspiró. Entonces, burbujas gigantes, iridiscentes y ligeras, brotaron y comenzaron su viaje hacia el cielo, llevando diminutos mensajes de caracolas.
Cuando su tridente rozó la superficie, el mar suspiró. Entonces, burbujas gigantes, iridiscentes y ligeras, brotaron y comenzaron su viaje hacia el cielo, llevando diminutos mensajes de caracolas.
Subían y subían, como pequeños globos de cristal. Y al llegar al cielo, con un susurro apenas audible, cada burbuja estallaba, liberando cuentos de sirenas y formas etéreas que danzaban en el aire.
Subían y subían, como pequeños globos de cristal. Y al llegar al cielo, con un susurro apenas audible, cada burbuja estallaba, liberando cuentos de sirenas y formas etéreas que danzaban en el aire.
Esos susurros viajaban con el viento, invitando a todos los que los escuchaban a cerrar los ojos y a soñar con el mar. Un dulce sueño de olas y aventuras, traído por la magia de Poseidón.
Esos susurros viajaban con el viento, invitando a todos los que los escuchaban a cerrar los ojos y a soñar con el mar. Un dulce sueño de olas y aventuras, traído por la magia de Poseidón.