Nosotros, los pequeños monstruos del Bosque Murmurante, estábamos burbujeando de emoción. ¡Era la noche de la Gran Fiesta de Halloween! Las luciérnagas titilaban como diamantes en el aire fresco de otoño, y la música suave ya empezaba a sonar desde la Casa del Árbol Gigante. Pero nuestro amigo Franki, un monstruo suave y un poquito despistado con dos tornillos muy especiales en el cuello, se despertó con un pequeño problema. Nosotros lo vimos, con sus ojos grandes y redondos, mirándose en el charco de rocío. ¡Sus tornillos estaban chuecos y su pelo, oh, su pelo, parecía un nido de cuervos gigante, todo revuelto y esponjoso!