¡Hoy es la noche más brillante del año! Mi corazón bum-bum-bum como un tambor de calabaza. Soy Nico, el de las gafas curiosas, y mi escoba, Turboseta, está lista para la 'Carrera Anual de Escobas Voladoras'. Ella no es una escoba cualquiera; sus cerdas son como bigotes de gato, suaves y puntiagudas, y su mango brilla con polvos de estrellas. Me subo, ajusto mis gafas, y grito: —¡Vamos, Turboseta, a ganar!
El aire de Halloween zumba a nuestro alrededor, lleno de risas de fantasmas amistosos y el aroma a pastel de manzana. La carrera empieza con un ¡ZUUUM! de mil escobas. Pero ¡oh, sorpresa! Turboseta no va hacia la meta. Se desvía, con un suave ¡whiiiish!, hacia una flor de calabaza gigante, naranja como el sol. ¡Uno! Huele sus pétalos aterciopelados con la punta de su mango, como si fuera un perrito explorador. Yo le digo: —¡Turboseta, la meta está allá!