Rociadora mira sus agujeritos en su cabeza. ¡Son tan pequeños! Siente un cosquilleo suave por dentro. ¿Qué pasaría si...? Con un poco de miedo, Rociadora se inclina hacia una margarita un poco triste. Psss-puf, suena un ruidito muy chiquitín al salir el agua. La margarita se mueve un poquito, como si se despertara.
Rociadora no está segura, pero quiere intentar de nuevo. Le doy un apretón cariñoso. — ¡Tú puedes, Rociadora! —le digo. Ella se llena de agua y se acerca a un capullo de rosa que parece soñar. Esta vez, se concentra mucho. Psss-plim, un sonido un poco distinto, ¡más alegre! El capullo de rosa estira un pétalo muy despacio. — ¿Cantaste, Rociadora? —pregunta la rosa en un susurro. ¡Rociadora se da cuenta! ¡Sus agujeritos cantan!