Te acuerdas de Invisi, ¿verdad? Era un fantasma tan, pero tan transparente que parecía hecho de aire de luna. Vivía en una casa antigua, donde las sombras bailaban y el polvo dormía en los rincones. Aquella noche de Halloween, el aire olía a calabaza y risas, y lo único que Invisi quería era un amigo para jugar. Se deslizó por las calles, viendo a los niños disfrazados como pequeños caramelos andantes. Intentaste darle un ¡choca esos cinco! a una niña disfrazada de hada, pero tu mano, ¡fssshhh!, la atravesó como si fueras una nube de niebla. Te sentiste un poquito plof, como un globo desinflado.