En una mañana tan fría que el cristal de la ventana estaba empañado, un pequeño rayo de sol, llamado Rayo Soñador, se coló con un bostezo. Rayo Soñador era un poco perezoso, tan perezoso como una tortuga en pijama. Pero al tocar el vapor, ¡zas!, descubrió que podía dibujar figuras. Y no solo eso, ¡sus dibujos cobraban vida por un instante! Tú, que mirabas por la ventana, tenías una carita un poco triste. Rayo Soñador, queriendo animarte, dibujó una diminuta y somnolienta flor en el cristal. ¡Qué maravilla! ¡Qué alegría! ¡Qué poder tan especial!