En un jardín lleno de colores, vivía la Patrulla Escarabajo, un escuadrón de mariquitas muy especial. A ellas les encantaba jugar en el suelo, entre las hojitas y las raíces, porque las alturas les daban un poquito de cosquillas en las patitas. Un día, vieron que el girasol más alto de todos, el que parecía un sol gigante, estaba muy triste. Sus pétalos empezaban a secarse y sus preciosas semillas, que eran su tesoro, estaban a punto de caer y perderse. Las mariquitas intentaron subir por el tallo rugoso, una y otra vez, pero era demasiado alto y resbaladizo. Sus pequeños cuerpos se cansaban, y la frustración dibujó un ceño fruncido en sus caritas redondas.