Pelusa, un diminuto copo de polvo, vivía bajo la cama de un niño, en un rincón que parecía un mundo olvidado. Soñaba con viajar, ver más allá de las patas de madera y las sombras danzarinas, pero estaba atascado, quieto como una pequeña roca. Para él, el suelo era un desierto enorme. Una tarde, un ruido gigante sacudió su pequeño hogar: un estornudo enorme, fuerte como el rugido de un león diminuto, lo impulsó. De repente, Pelusa ya no estaba quieto; rodaba y rodaba, ligero como una burbuja, por el suelo del cuarto, ¡su aventura había comenzado!