Bigotes, un viejo y peludo pincel de afeitar de la abuela, vive en el baño, bajo el espejo. Se siente un poco olvidado, como un tesoro escondido que nadie busca. Sus cerdas, antes suaves y llenas de propósito, ahora esperan sin saber qué hacer. La abuela, con su sonrisa cálida, a veces lo mira, pero Bigotes no entiende por qué sigue allí, tan inmóvil. ¿Será que su tiempo de ser útil ya pasó?
Pero un día, ¡zas! La mano de la abuela lo toma con suavidad. Bigotes se estremece de emoción. ¿A dónde lo lleva? ¿Qué nueva misión le espera? La abuela lo sumerge en un cuenco lleno de un líquido misterioso y perfumado. No es crema de afeitar, ¡es jabón de burbujas! Bigotes siente cosquillas en sus cerdas. Su corazón de madera late con fuerza.