Momilina era una momia tan, tan flaca que el viento del desierto casi la llevaba volando. Sus vendas, ¡ay, sus vendas!, se le soltaban solas con un suave ¡psssst!, y al caminar por el oasis, parecía un espagueti con sandalias que hacía ¡plof, plof! Cuando llegaba la Víspera de Halloween, todos se preparaban para el gran Desfile de las Momias, pero Momilina siempre se escondía detrás de una ramita de palmera, ¡era tan delgada que casi desaparecía! Le encantaba ver los disfraces de calabaza y fantasma, pero temía que una ráfaga la convirtiera en serpentina antes de tiempo.