Fantasmito Susurrón era tan pequeñito, ¡tan chiquitín!, que solo sabía s-s-s-susurrar. Pero tenía una misión muy, muy importante: ¡era el guardián de la hermosa luna de Halloween! Una noche, justo antes de la fiesta, una nube muy grande y tristona, que parecía un algodón de azúcar enfadado, quiso tapar la luna por completo. Susurrón, viéndola acercarse, se sintió tan diminuto que pensó que nunca podría moverla.