Vuela-Vuela, una escoba de bruja nuevecita, suspiraba desde su rincón en la tienda de disfraces. Era la víspera de Halloween, y mientras los niños elegían sus trajes, ella solo soñaba con volar alto, muy alto, por el cielo estrellado. Pero allí estaba, inmóvil, sin conocer nada más que el polvo del suelo. "¡Vuela-Vuela quería volar!", pensaba con tristeza, viendo a los pequeños llevarse calabazas. De pronto, una pequeña araña con un divertido sombrero de bruja la observó con curiosidad.