Nosotros conocimos a Helado, una cuchara de madera muy especial, que no era de helado, ¡sino una cuchara para helado! Un día soleado, nos quedamos olvidados en un vaso de picnic de color verde chillón, abandonado en el parque. El sol nos calentaba la punta y nos sentíamos un poco solos, mirando las hormigas que pasaban marchando, marchando por la hierba. Pensamos: "¡Qué aburrida es la vida de una cuchara sin helado que rascar!"
De repente, una ráfaga de viento ¡Fruuu-fruuu! sopló con ganas, y el vaso comenzó a girar un poquito. Nosotros, Helado, nos sentimos un poco tambaleantes. "¡Ay, qué mareo de ideas!", pensamos. ¿Qué era ese bamboleo? El viento nos susurraba: «¡Gira, gira, gira!». Al principio, nos dio un poco de cosquillas de miedo, pero luego la curiosidad nos picó como un mosquito juguetón.