En el huerto escolar, donde el aire huele a fresas dulces y a tierna menta, vive Gura. Gura no es un animal, ¡es un eco de risa! Una espiral de luz brillante como una luciérnaga juguetona, con ojitos curiosos y manitas que brillan. Gura ama las flores y su trabajo: con un suave "¡Plin!", ayuda a los pétalos dormilones a despertar. Hoy Gura tiene una misión muy especial: plantar la semilla mágica para la flor más grande. Pero, ¡oh, no! La semilla, pequeña como una gota de rocío, ha desaparecido. Gura mira y mira, y su brillo se hace un poquito tenue. "¡Ay, caramba, Gura no puede solo!", susurra Gura, y un pequeño zzzzzz sale de su luz.