Viento Nocturno era un murciélago joven, con alas suaves como la noche y unos ojos muy, muy grandes que lo miraban todo. En la víspera de Halloween, mientras sus amigos solo volaban en círculos juguetones, Viento Nocturno se posó en una rama y observó. ¿Por qué los niños, vestidos con cosas divertidas, buscaban dulces? Él no sabía qué eran ni cómo se pedían, pero su corazón de murciélago sentía una gran curiosidad.