El pequeño murciélago Oliver tenía un problema: sentía que siempre volaba en círculos, noche tras noche, alrededor de la misma torre antigua. ¡Flap, flap, flap! Sus alas se movían, pero el paisaje no cambiaba. Anhelaba ver algo nuevo en la Víspera de Halloween, pero le daba mucho, mucho miedo perderse si se alejaba demasiado de su casa. Su corazón hacía 'tum-tum' solo de pensarlo, y sus grandes ojos curiosos miraban con anhelo la oscuridad más allá del bosque.