En la víspera de Halloween, entre calabazas redondas y hojas crujientes, vivía un sombrero muy especial. Era el Sombrero Escondedor, puntiagudo y de un color morado intenso, olvidado en el jardín. Tenía un secreto: ¡podía hacer desaparecer cualquier cosa que cubriera, solo por un instante! Esa noche, mientras la luna brillaba como una naranja gigante, el Sombrero se sentía un poco triste y solo. Quería ser útil, quería participar en la magia de Halloween, pero nadie parecía necesitarlo.