Desde mi alto puesto en el viejo faro, yo, Gaviotín, observo la playa. Es un día de viento juguetón, perfecto para Nuditos, una cometa de papel con una cola repleta de nudos pequeños y coquetos. Nuditos baila y se bambolea, sus colores brillantes como un arcoíris en el cielo azul. Pero hoy, algo distinto ocurre. Cuando Nuditos se inclina cerca de la arena, sus nudos, con un suave ras-ras-ras, dejan unas marcas curiosas. ¿Qué será lo que esconde esa arena tan común? Nuditos, con una brisa de confusión, se pregunta: —«¿Será magia de mar o un secreto sin igual?»
Nuditos, movido por una curiosidad cosquilleante, baja de nuevo. Esta vez, sus nudos hacen un suave masaje sobre la orilla, y ¡oh, sorpresa! Una concha brillante asoma, luego un pequeño cristal de mar verde esmeralda. ¿De dónde vienen? ¿Para quién son? Nuditos, en su aéreo vaivén, ve a una niñita con un cubito vacío, sus ojitos tristes. ¿Hay alguna conexión entre sus rasguños y la melancolía de la pequeña? Nuditos, sintiendo una punzada de intriga, repite: —«¿Será magia de mar o un secreto sin igual?»