Nosotros, los observadores silenciosos de las noches tranquilas, conocimos a Sueñito. Era un pequeño saquito de lavanda, tan suave y aromático, que vivía felizmente debajo de la almohada de Leo. Cada noche, cuando Leo cerraba los ojos, Sueñito se sentía importante. Pero un día, mientras Leo se movía inquieto, apretó sin querer a Sueñito. ¡Puf! Una diminuta luz azul flotó en el aire, bailando como una luciérnaga curiosa. ¿Qué era aquello?