En el Bosque de las Bromelias Susurrantes, donde las flores brillan como si tuvieran luciérnagas dentro, tú, Pip el caracol, paseas con tu mochila de hoja verde esmeralda. Hoy te sientes como una burbuja flotando, buscando algo nuevo y maravilloso. ¿Qué será? Te preguntas. ¡Mira! Una bromelia justo delante, con pétalos de color naranja intenso y un centro que parpadea como una pequeña estrella dormida. Es tan diferente a las demás, que te paras en seco, como si tus patitas de caracol se hubieran pegado con miel.
Te acercas despacio, muy despacio, casi como una sombra. La bromelia, que antes parpadeaba, ahora se ha puesto de un azul misterioso, como el cielo antes de que aparezcan los sueños. —¿Hola, bromelia mágica? —susurras con tu vocecita de caracol—. ¿Estás escondiendo algo divertido? Pero la bromelia solo cambia a un morado profundo, casi como si estuviera bostezando. ¡Qué extraño! Piensas, y te ríes un poquito. Parece un camaleón de hojas, cambiando de color sin parar.