Yo, la vieja cuchara de madera, lo vi todo desde mi rincón. Pegote, un imán con forma de zanahoria, vivía en la nevera. No solo sujetaba los dibujos de Luna, ¡oh no! Soñaba con hacer algo más grande, algo delicioso. Cada vez que Luna abría la puerta, Pegote sentía un cosquilleo magnético. Quería pegar ideas, no solo papeles. Pero una vocecita le susurraba: —¡Ay, zanahoria! ¿De verdad podré pegar ideas?
Un día, Luna abrió la nevera buscando algo que merendar. Pegote tomó aire, se concentró con todas sus fuerzas magnéticas y ¡PUM! Intentó enviarle una receta. Pero, ¿qué pasó? En la mente de Luna apareció la idea de un sándwich de calcetines con mermelada de brócoli. Luna se rascó la cabeza, confundida. —¿Sándwich de... qué? —murmuró. Pegote, viendo la confusión, se encogió. —¡Ay, zanahoria! ¿De verdad podré pegar ideas? —repitió, casi cayéndose de su sitio.