Ojo Curioso, un pequeño botón redondo y brillante, se desprendió un día del osito de peluche, el Capitán Miel. Rodó por el suelo suave y mullido, sintiéndose un poco perdido. ¿Qué haría un botón tan chiquitín sin su osito? A menudo se preguntaba: "¿Ay, ay, ay, ¿seré lo suficientemente valiente para algo grande?"
Una tarde, mientras miraba a un cochecito de carreras sin una rueda, Ojo Curioso parpadeó, ¡pero no como un ojo normal! Se movió suavemente de un lado a otro. De repente, una diminuta luz titiló frente al cochecito, señalando bajo la cama. El cochecito, asombrado, rodó hacia allí y ¡encontró su rueda! Ojo Curioso descubrió su secreto mágico: podía ver los caminos ocultos.