Caparazón, un cangrejito ermitaño con patas algo torpes y un andar tambaleante, siempre buscaba la concha perfecta en la playa rocosa. Un día, ¡zas!, tropezó con una concha vacía y redonda que tenía un agujerito diminuto. Curioso como él solo, Caparazón sopló por el agujero con todas sus fuerzas. ¡Pffft! Una burbuja brillante salió flotando, mostrando una imagen fugaz de un pez durmiendo boca arriba, soñando con montañas de algas deliciosas. Caparazón soltó una risita burbujeante. ¡Sopla, Caparazón, sopla sin parar, que las burbujas nos van a guiar!