Calcetín Valiente se despertó con un bostezo de hilo. El sol de la mañana entraba por la ventana de la habitación de Leo, dibujando rayitos bailarines en la alfombra. Calcetín Valiente, con sus dos ojos de botón bien abiertos, se estiró tan fuerte que su pequeña capa azul casi se le cae. ¡Qué emoción! Era un nuevo día para jugar con Leo, su mejor amigo humano. Siempre esperaba este momento, acurrucado bajo la almohada, soñando con castillos de bloques y aventuras imaginarias.