Banderín, un banderín de murga muy colorido, se estira y se encoge en la Rambla de Montevideo. El viento lo empuja con un ¡PUM! y un ¡PAM!, como si fuera un tambor de candombe. Banderín se siente tan, tan feliz que sus puntas se ríen. Se mueve como un gusano loco que acaba de beber jugo de frutilla. —¿Quién le da ritmo a Banderín? —pregunta el sol, brillando. —¡El viento juguetón! —responden las olas del río, ¡splash! Banderín se estira, ¡uno! Se encoge, ¡dos! Gira, ¡tres! ¡Qué divertido es bailar con el viento!