Nubecita Pétalo, pequeña y pura, flotaba por el cielo suave, cuando la víspera de Halloween teñía el aire de un tierno azul oscuro, justo antes de que la luna se asomara. Sus hermanas nubes, grandes y grises, dejaban caer gotas redondas, serias y silenciosas. Pero cuando Nubecita intentaba llover, sus gotitas, como pequeños suspiros, se convertían en pétalos. Pétalos de margaritas blancas, de rosas rosadas, de campanillas azules, caían danzarines y delicados. Las otras nubes la miraban con ceños fruncidos, pues su lluvia no era la usual, pero Nubecita no podía evitar que su corazón creara tanta belleza.