Había una vez, en un bosque lleno de colores y susurros, un pequeño camaleón llamado Tintín. Tintín era especial, ¡pero no de la manera que él quería! Era tan, tan distraído que siempre cambiaba de color un poquito tarde, o, ¡ay!, a un color que no tocaba. ¿Podía haber algo más gracioso que un camaleón azul en una hoja marrón? Él se sentía un poco diferente.