Suti corre hacia las rocas, ¡tan rápido como un rayito de sol! Y allí, escondidas bajo un alga suave, encuentra ¡dos conchas preciosas! No son pesadas, ¡justo para ella! Suti las mira y su mente creativa empieza a bailar. Con un suave toque de sus manos luminosas, susurra ideas a las conchas, y ellas empiezan a brillar con colores mágicos: una se pone azul como el cielo y la otra rosa como las nubes del atardecer. ¡¡Fshhh-chisp! hacen las conchas al brillar! Ella ríe, feliz de haber encontrado no solo uno, sino dos tesoros para pintar con su imaginación.
Yo, la ola tranquila, me acerco a la orilla y la abrazo con mi agua salada. —¡Sabía que las encontrarías, mi Suti! ¡Yo te prometí que te ayudaría a encontrar tu brillo! —le digo con un abrazo húmedo y cariñoso. Suti me mira, sus ojitos luminosos llenos de gratitud. Me ofrece la concha azul, la que brilla como el mar. —¡Para ti, Ola amiga! —susurra con un ¡Fshhh-plim! suave, como el sonido de una promesa cumplida. Y así, con mi nueva concha brillante y el calor de su abrazo, la pequeña chispa de la imaginación y yo sabemos que nuestra amistad es el tesoro más grande bajo el sol que se va.