Una noche, una vocecita me preguntó: —¿Sabio, Sabio, dónde se esconden las estrellas de día? Sentí un cosquilleo en mis plumas. ¡Ah, una pregunta nueva! Entonces, en mi interior, algo maravilloso ocurría. Uno, la pregunta se convirtió en una pequeña bolita de luz cálida. Dos, esa bolita empezó a girar, llena de colores. Tres, ¡se transformó en un destello brillante que quería salir! —¿Sabio, qué haces con mi pregunta?—, me preguntaba la niña en sueños. Yo, en silencio, le respondía con mi magia: "Yo, Sabio, las respuestas en mis plumas guardo, ¡y al amanecer, el camino al saber trazo!".
Otra noche, un niño curioso me susurró: —¿Sabio, Sabio, por qué el cielo es azul? De nuevo, mi magia se encendió. Uno, la curiosidad se hizo un puntito luminoso en mi pecho. Dos, ese puntito vibró y bailó entre mis plumas. Tres, ¡se convirtió en una lluvia de chispitas azules! La alegría llenaba mi suave cuerpo de peluche. Sí, sentía la alegría de saber que pronto, muy pronto, ese camino se revelaría. "Yo, Sabio, las respuestas en mis plumas guardo, ¡y al amanecer, el camino al saber trazo!".