Peque era un botón de ascensor, redondito y brillante, en un edificio tan alto que rascaba las nubes. Se sentía pequeño y un poco aburrido. Su trabajo era simple: la gente lo presionaba, ¡BEEP!, y la cabina subía o bajaba con un suave zzzzshhh. Pero un día, algo raro pasó. Una niña lo pulsó con fuerza, y por un instante, Peque sintió un cosquilleo mágico, como si una luciérnaga juguetona le hiciera cosquillas por dentro. La cabina, por un segundo, pareció tintineante, como un arcoíris escondido.
—¿Viste eso? —preguntó Peque a su vecino, el botón de la planta 5.
—¿Ver qué? —murmuró el 5, bostezando. Peque se quedó pensativo.
¡BEEP, BEEP, qué emoción, un viaje de color!