Patita Caliente, una manopla con forma de pajarito, siempre estaba colgada de un gancho. ¡PUM! Un día, con un gran ¡Zaaas!, se resbaló un poquito y su piquito suave rozó una zanahoria dormida en la cesta. —¡Ay! —susurró Patita—. ¿Estás bien, zanahoria? La zanahoria, con un ¡Crick! diminuto, brilló un poquito. Patita, muy sorprendida, decidió probar algo divertido. ¡Era una travesura! Cantó una canción muy bajita: ¡Pío-pío!, y la zanahoria brilló un poquito más, ¡verde!