Dentro de la cajita de lápices, vivía Oro, un curioso crayoncito de cera de color dorado. Él miraba a sus amigos de otros colores, tan tranquilos y un poco dormilones. Un día, una manita suave lo tomó. ¡Oh, qué emoción! Cuando tocó el papel, dejó un trazo brillante y bello. ¡Pliiiing! —hizo su estela dorada, como un rayito de sol.