Nocturno, un pequeño búho con plumas suaves y redondas, amaba la noche con todo su corazón. Le encantaba el susurro del viento entre las hojas y el brillo plateado de la luna. Sin embargo, había una parte del bosque, tan, tan oscura, que incluso a su valiente corazón le daba un poquito de miedo. Allí, se decía, era donde habitaba el misterio más profundo.