Un día, mientras un rayo de sol la calienta, Manzanita siente una curiosidad que la empuja. Decide deslizarse un poquito por la puerta de metal. ¡Y zas! Algo mágico ocurre. Al pasar junto al reloj de pared, Manzanita siente un pequeño tic-tac que se adhiere a ella, como si lo hubiera atrapado. Luego, cerca de la alfombra donde duerme el gato, un suave ronroneo se une. —Manzanita, Manzanita, ¿qué será esto? —se pregunta, sintiendo su pequeña forma de manzana un poco más pesada, pero llena de una dulce energía.
Ella desliza un poco más, y un susurro de viento que entra por la ventana se suma a su colección. Desliza otro poquito, y el crujido lejano de las páginas de un libro al pasar se une también. Manzanita ahora lleva consigo un pequeño tesoro de sonidos invisibles. Son muchos, son variados. ¿Qué puede hacer con ellos? ¿Por qué los ha atrapado? La pequeña manzana magnética no lo sabe, pero siente que estos sonidos tienen un propósito, un misterio que está a punto de desvelar.