Yo era Lunita Polvo, una motita diminuta que vivía en un rincón oscuro del cráter más grande de la Luna. Allí, las rocas lunares a veces cantaban bajito y los cráteres más viejos reían con eco. Mi trabajo era muy especial: cuando los niños dormían en la Tierra, yo me deslizaba suavemente sobre sus sueños. Al tocar sus cabecitas, añadía un brillo de aventura que convertía sus sueños ordinarios en viajes espaciales llenos de sorpresas. ¡Era increíble ver cómo un cohete de cartón se transformaba en una nave espacial de verdad! Yo volé, volé y volé, siempre buscando el sueño perfecto.