Sofía se sienta en un viejo banco de piedra. ¡Le encanta su jardín! Con su tiza blanca y azul, dibuja una mariposa en el suelo. ¡Qué bonita! —dice Sofía, sus ojos brillando. La mariposa de tiza, de repente, ¡flif-flaf! mueve sus alas como pequeñas velas. Sofía se asombra. ¿Ha visto bien? Dibuja otra mariposa, esta vez roja y amarilla. ¡Y zas! También aletea, como si quisiera volar. «¡Tiza mágica, tiza de colores, llena el jardín de amores!»