Ícaro, un niño con alas de suaves plumas, jugaba muy contento en el cielo.
De pronto, ¡zas! Una de sus plumas se soltó y, en lugar de caer, ¡empezó a revolotear como una flecha juguetona! La pluma, traviesa, le hizo un guiño.
Una aventura de risas y vuelos mágicos.
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