Había una vez, en el Bosque Chiflado, una oruga muy glotona que siempre masticaba: ¡ñam, ñam, CRUJ!
Un día, encontró una hoja diferente, ¡brillante y especial!
Había una vez, en el Bosque Chiflado, una oruga muy glotona que siempre masticaba: ¡ñam, ñam, CRUJ!
Un día, encontró una hoja diferente, ¡brillante y especial!
La oruga le dio un gran mordisco. Pero, ¡oh, sorpresa! La hoja no crujió.
En su lugar, ¡cantó una melodía suave! La oruga parpadeó, muy confundida. —¿Qué es este sonido?—pensó.
La oruga le dio un gran mordisco. Pero, ¡oh, sorpresa! La hoja no crujió.
En su lugar, ¡cantó una melodía suave! La oruga parpadeó, muy confundida. —¿Qué es este sonido?—pensó.
Con los ojos bien abiertos, la oruga glotona siguió comiendo, ¡ñam, ñam!
Y con cada bocado, ¡su propia voz se transformó! Ahora, un coro de grillos y ranas desafinados llenaba el aire. Otros animales del bosque, como el búho y el conejo, asomaron sus cabezas, ¡con los ojos bien abiertos!
Con los ojos bien abiertos, la oruga glotona siguió comiendo, ¡ñam, ñam!
Y con cada bocado, ¡su propia voz se transformó! Ahora, un coro de grillos y ranas desafinados llenaba el aire. Otros animales del bosque, como el búho y el conejo, asomaron sus cabezas, ¡con los ojos bien abiertos!
¡Qué locura! La oruga, con su voz de coro de bichos, no pudo evitar reír a carcajadas.
—¡Jijiji!—reía. El Bosque Chiflado vibraba con la música más rara y divertida de todas. ¡Todos se reían con ella!
¡Qué locura! La oruga, con su voz de coro de bichos, no pudo evitar reír a carcajadas.
—¡Jijiji!—reía. El Bosque Chiflado vibraba con la música más rara y divertida de todas. ¡Todos se reían con ella!