En la Víspera de Halloween, cuando la luna plateada iluminaba el cielo profundo, flotaba solita una Nube de Telaraña. Era pequeña y delicada, tejida con hilos de telaraña que brillaban como diminutos diamantes bajo la luz lunar. Desde lo alto, observaba a los niños disfrazados reír y correr por las calles, y una punzadita de soledad se anidaba en su suave corazón de nube. Sentía que no tenía un propósito especial, solo flotar y brillar, deseando ser parte de la alegría que veía abajo.