Pedrito amaba la Víspera de Halloween con sus calabazas sonrientes y sus dulces secretos. Pero, ¡ay!, también le tenía un poquito de miedo a la oscuridad que se colaba por las ventanas como un fantasma silencioso. Su juguete favorito era una Linterna de Luz Lunar, redonda y suave, que no usaba pilas, sino que se cargaba con los rayos plateados de la luna. Su brillo era siempre tenue, un hilito de luz que apenas susurraba. Aquella noche, el pequeño Pedrito, con su linterna en mano, se aventuró al jardín.