Hebe, la copera de los dioses, observa el néctar dorado. Es delicioso, sí, pero su corazón juguetón siente que le falta algo. ¡Quería que el néctar tuviera un toque de magia y mucha alegría! Pensaba en cómo hacer que cada sorbo fuera una pequeña fiesta. El néctar, tan serio y quieto, parecía pedirle un secreto.