Nosotros, los incontables granos de arena de esta vasta y velada villa de playa, conocemos a Granito. Él es un diminuto, diminuto grano, apenas visible, pero su corazón es tan grande como el océano que nos mece. Cada mañana, cuando el sol pinta el cielo de colores suaves, Granito, con sus manitas minúsculas, ¡Sssshhh!, se mueve con la brisa. Él sueña sueños salados y, con otros como él, empieza a moldear. Descubre que, si nos unimos, podemos crear figuras. Pequeñas figuras, como si fueran tesoros secretos esperando ser hallados.